top of page

MATERNIDAD

  • Foto del escritor: Carolina Acuña
    Carolina Acuña
  • 6 oct 2023
  • 5 Min. de lectura


Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos.

Salmo 139: 6



Que belleza de pasaje. Les cuento que estoy en etapa de gestación, ya son 31 semanas, estoy en la recta final. Ha sido una aventura preciosa y un privilegio inmerecido ser cuna de la creación de Dios. Dios siempre se luce y yo le he pedido no perder el asombro por los pequeños detalles, pero durante este tiempo he estado especialmente alerta y atenta en cada detalle de su perfecta creación.


Este salmo 139 ha cautivado mi corazón durante esos 7 meses y medio porque es impresionante solo pensar en que yo existí en El desde antes de nacer y que hubo un cuidado especial en cada segundo de mi gestación. No soy un error en su creación, ni producto de la casualidad y mucho menos soy un plan de mis papas. Mi existencia tiene un plan, un diseño, tiene marca celestial.


Con mi Sofi en mi vientre, Dios me ha llevado a ser tan consciente de lo mínima que soy, de todo el poder que El tiene y de lo perfecto que es su tiempo y voluntad y es de eso especialmente que quiero escribirles hoy.


Sofi, en un principio fue solo un anhelo en mi corazón. Desde que recuerdo, siempre quise ser mamá. Según yo a los 25 me casaría, a los 27 tendría mi primer hijo o hija y sería muy feliz. Pobrecita yo. Pensando que podía quitarle a Dios el control. Mi vida, la tenía planeada. Guardaba carpetas en la computadora con fotos de vestidos de novia y de decoraciones que según yo iba a tener ese día con pelados 25 años. Yo no me imaginaba que a los 25 ya iba haber enterrado a mi papá y que Dios me habría destrozado por completo para poderme moldear. Sofi, no era el tiempo, ni el papá, tampoco era yo la mamá ideal. En fin, me casé a los 30 años, pasaron cinco años, ósea 1825 días después de mi plan. Pero todo bien, José sí que es el ideal. Y aquí es donde comienza el testimonio de mi maternidad.


A los dos meses de casados, me detectaron un mioma en el útero que en un principio era de apariencia normal. Sin embargo, la doctora comenzó a notar un crecimiento anormal y acelerado por lo que me mandó estudios para descartar que fuera algo letal. Gracias a Dios era benigno y el crecimiento se debía a que tenía vascularidad. Esto significa que el tumor se estaba alimentando de mi propia sangre y eso era lo que provocaba el aumento de tamaño acelerado y el dolor insoportable que me estaba ya incomodando.


Entonces ella, nos indicó que su recomendación era que tuviéramos hijos pronto porque su sugerencia era operarme debido a que el tumor seguiría creciendo y me afectaría por el dolor que causaría. Pero, además, existía un riesgo muy grande. Cabía la posibilidad que, debido a la vascularidad, en plena cirugía, hubiera sangrado y que por esta razón tuvieran que extraerme mi útero. Entonces, yo me comencé a acelerar y presionar porque vi un sueño de toda mi vida frustrado por algo que sencillamente no era capaz de controlar.


Comenzaron a pasar los meses y nada de bebé en escena. Y llegaban más visitas al doctor y en cada una de estas nos presionaban más a mi esposo y a mí de lo contra reloj que estábamos a nivel terrenal. El tumor seguía en aumento y causando mucho dolor y al menos para mí, lo más doloroso era que una vez por mes, era clara la señal de que no íbamos a ser papás


Yo comencé a afanarme de manera exagerada y comencé a dudar de Dios. Comencé a cuestionarlo y a reprocharle, el por qué no permitía que una vida se gestara en mi vientre, si se supone que para eso había sido diseñado. Tuve momentos de muchas dudas y eso me estaba apartando de Cristo y su perfecto actuar por su tiempo y voluntad. Y las citas seguían y el tumor aumentaba y el tiempo para quedar embarazada se me agotaba. En esa última cita, la doctora me dijo que me daba seis meses para quedar en cinta, sino me operaba, porque ya el tumor estaba creciendo demasiado y el dolor para mí, estaba siendo difícil de soportar.


Apareció en escena una persona que sé que me ama y que solo me quería aconsejar. Pero comencé a presionar a mi esposo por escuchar la voz de mi mamá. Cada quien aconseja desde su experiencia y ella tiene una historia ruda de contar. Mi papá era estéril y ellos pasaron por momentos muy duros en medio de esta verdad y entonces ella me comenzó a meter sus miedos y mi fe se comenzó a intoxicar. Mi mamá sugería, después de casi dos años en intentos de ser papás, que se hiciera mi esposo un examen para conteo general. Pero, realmente eso ¿qué iba a cambiar?


Por varias semanas, escuché la voz de la duda, de falta de fe, la voz de mi mamá y cometí el error de decirle a mi esposo José que nos hiciéramos ese examen, porque según la doctora yo no tenía porque no poder quedar embarazada a pesar del gran mioma. Y, ¿adivinen qué? José acepto y ya había sacado la cita para ese conteo general. Pero como Dios siempre tiene su plan, esto fue a lo que nos llevó a actuar.


Gracias Dios por incomodarme y por poner en mi corazón esta verdad. Un día aparece mi mamá y me vuelve a preguntar si ya José Andrés se había hecho los exámenes para saber si él podía ser papá. En ese momento, simplemente le dije


_ Mami vea, yo sé que usted está preocupada, pero ¿eso que va a cambiar? Dios es Dios y nada puede cambiar lo que pasa, porque está bajo su tiempo y voluntad. Entonces, si Dios quiere que seamos papás, lo seremos bajo su plan, así sea con cero espermatozoides y un tumor gigante en mi útero, igual El se va a glorificar.


Fue un alivio para mí, descansé en esa verdad e inmediatamente le dije a mi esposo que no íbamos a hacer ese examen, porque si Dios se placía en regalarnos la dicha de ser papás, lo iba hacer y ya. Esto fue a mediados de marzo y a principios de abril, el lapso que nos había dado la doctora para lograr el embarazo, se acababa. Cuando yo hablé con mi mamá ya estaba embarazada y literalmente el dos de abril me di cuenta que ya la semilla estaba dando su fruto y la cita con la ginecóloga era el cinco de Abril. Lo maravilloso de todo esto es que, El nunca llega tarde, siempre a tiempo y en el mejor momento.


Que lindo es darse cuenta de esta verdad. Sofí es un regalo precioso y agradezco a Dios por la vida de ella, pero más lindo es saber que Dios te prepara para entregarte lo que bajo su plan esta diseñado. Lo que tiene que ser, será hecho porque siempre lo estuvo.


Tú creaste mis entrañas;

me formaste en el vientre de mi madre.

¡Te alabo porque soy una creación admirable!

¡Tus obras son maravillosas

y esto lo sé muy bien!

Salmo 139: 13-14







 
 
 

Entradas recientes

Ver todo

Comentarios


©2019 por Reflejos de su amor. 

bottom of page