ALTO: CEDA EL PASO
- Carolina Acuña
- 13 nov 2019
- 4 Min. de lectura
Cuando hice la prueba teórica de manejo, tenía tan solo 18 años. Recién había salido del colegio y mi papá se apareció un día en la casa con un voucher y me dijo: Mañana tiene la prueba teórica de manejo, ya está paga, vea ver que hace.
Morí de risa en el momento porque no tenía ni idea de lo que iba a hacer al día siguiente y tenía solo una noche para prepararme. En seis horas me leí el bendito libro y realmente iba mentalizada en que lo perdería porque no había tenido el tiempo suficiente para prepararme, sin embargo, lo pasé.
Como era de esperarse, debí haber matriculado el examen práctico pero, no lo hice. Me daba pavor. Creo que en esta vida, nada me ha dado más miedo que agarrar un carro y aprender a manejar. Pensaba que no sería capaz de andar en la calle con tanto loco al volante.
Y así pasaron once largos años. Con miedos, y dudas pero, a la misma vez con ganas de tener un carro y licencia para ya no andar más en bus. Un tiempo de formación interior inició.
¿Porqué somos así? Es mi pregunta. ¿Porqué siempre dudamos para hacer las cosas que deseamos? Dudamos de entrar a estudiar, dudamos en una entrevista, para un futuro trabajo, dudamos cuando queremos hablar y expresar, dudamos de si comer o no para no engordar, dudamos hasta de como vestirnos y maquillarnos.
En algún momento de mi vida, dudaba para todo. No quería ir a la universidad porque dudaba de mi capacidad. Dudaba de que me vieran con seriedad porque simplemente creía que todos eran mejores que yo en todo lo que implicaba una capacidad. No tenía una voz interna que me dijera: “Dale tu puedes lo vas a lograr”.
Mi voz interior era el miedo. Y descubrí tiempo después que tenía miedo de vivir. Por favor, que ridículo ¿Cómo iba a tener miedo de vivir? Mi única señal de tránsito era ALTO. Vivía con el freno de mano puesto. No era lindo, porque me hacía compararme, me hacía minimizarme, me hacía aplastarme. Ese miedo solo alimentaba mi inseguridad y no solo en mi relación personal con mi propio yo, sino a nivel general.
Este Post se llama ALTO, CEDA EL PASO, porque la prueba de manejo es una prueba de CARÁCTER y ese día que tomé la decisión de pagar la prueba práctica de manejo, lo hice antes de saber cómo encender el vehículo. Y quiero mencionarte algunas de las cosas que Dios hablaba a mi corazón, porque la mayoría de las veces no entendemos su lenguaje.
Alto a mis miedos y cedo el paso a vencerlos.
Alto a mis dudas y cedo el paso a mi crecimiento personal.
Alto a mis inseguridades y cedo el paso a ver que si lo puedo lograr.
Alto a dar un paso en falso, y cedo el paso al aprendizaje.
Alto al no puedo y cedo el paso a la oportunidad de intentarlo.
Realmente considero que el miedo paraliza y te hace verte a ti mismo, como una persona incapaz e inferior. No te has puesto a pensar, ¿porqué alguien logra lo que tú quieres y vos no? ¿Qué determina el éxito de esa persona? Es fácil responder, MIEDO.
Hoy por la mañana Dios me hablaba que las personas necias aprenden a la mala, chocando contra pared. Andan estrellados por tercos, por no saber vivir, por ser acelerados, por brincarse un ALTO, por no ceder el paso, por poner direccional izquierdo aún sabiendo que no hay vía hacia ese lado. Porque ven un semáforo en amarillo y en lugar de frenar aceleran para pasar al otro lado.
Así viví mucho tiempo, acelerada, estresada, sofocada. Queriendo todo para ya. No era capaz de entender el tiempo de Dios y tuve que sufrir mucho, aguantar mucho, y sobretodo, comprender y aprender mucho. No iba a poder realizar una prueba de manejo con éxito sin antes tener algunas lecciones de formación de carácter, directamente impartidas por Dios. Y si, ese crecimiento me dolió como nada porque lloré cómo sino hubiera un mañana pero, me sirvió para bajar la velocidad en zona escolar, para saber frenar en luz amarilla y no hacer cambio de luces sino había necesidad.
En esta carretera de la vida hay que aprender el lenguaje de Dios. Él siempre va a estar indicándote cual vía tomar, cuando poner un direccional, cuando bajar la velocidad. Es el mejor tráfico y de Él, hay que aprender a manejar.
El lunes anterior me presenté a mi prueba de manejo y les juro que el miedo me invadió de nuevo, pero en eso me dijo Dios: “Te va a ir bien porque para esto te he preparado”.
Es una simple prueba de manejo pero sino aprendes a formar tu carácter, el exceso de confianza o la falta de ella te van a jugar una pasada. Fue entonces cando comprendí que si no hubiera pasado por tanto, jamás de la vida me hubiera atrevido a realizarla. Y Dios premia y de que manera:
Fase 1: no cometió errores
Fase 2: no cometió errores
Fase 3: no cometió errores
Al final me saqué un 100. Y no por ser la mejor, sino por haberme sometido al proceso de formación. Si tienes miedo, hazlo con miedo pero, con la dirección correcta.
“Que Tú Palabra sea mi mapa cuando viajo”
Marcela Gandara
Por Carito

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